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Jóvenes estudiantes hacen de Medellín una ciudad más sostenible

El proyecto “Medellín resiliente ante el cambio climático, colegios medioambientalmente sostenibles”, financiado por el Ayuntamiento de Madrid en su convocatoria de cooperación 2024, y que ejecutamos con la Fundación Forjando Futuros, sigue avanzando. Las ecohuertas de los centros educativos participantes ya cuentan con 166 m2 de cultivos sembrados con hortalizas, verduras, tubérculos y plantas medicinales y ornamentales. Se han puesto en marcha, también, otros 50 m2 de cultivos verticales sobre pared. Por otra parte, se está desarrollando un programa formativo sobre medio ambiente y agroecología en el que ya han participado más de 400 niños y más de 500 niñas.

Además de este impacto transformador dentro de los centros educativos, el proyecto pretende que las y los jóvenes participantes incorporen en su día a día los conocimientos y prácticas aprendidos, fortaleciendo su papel como agentes activos comprometidos con la sostenibilidad de su entorno. De esta manera, estamos promoviendo que las y los estudiantes pongan en marcha iniciativas enfocadas a la gestión sostenible y el uso eficiente de los recursos naturales en sus hogares, comunidades de vecinos y vecinas y barrios. Con ello promovemos también una reflexión crítica sobre los modelos de consumo y producción que refuerzan el enfoque de construcción de ciudadanía del proyecto.

Esta idea de que la sostenibilidad desborde los centros educativos está siendo un auténtico éxito. En estos momentos ya se han puesto en marcha casi 500 iniciativas entre las que podemos reseñar las siguientes:

 

Reutilización de desechos

Un grupo de estudiantes ha obtenido un tinte vegetal a partir de las cáscaras de cebolla morada. Además de obtener un recurso valioso, la iniciativa fue un ejercicio de conciencia sobre los usos múltiples de los alimentos y el valor de aquello que a simple vista se considera un desecho. Las y los jóvenes promotores de la iniciativa comprendieron que tanto en el campo como en la cocina no todo se reduce a comer, sino que los productos vegetales ofrecen múltiples posibilidades de transformación y aprovechamiento. 

 

Transformación y conservación de alimentos

Numerosos estudiantes, tanto a nivel individual como colectivo, han realizado actividades relacionadas con la transformación y conservación de alimentos, desde el deshidratado y secado de frutas y plantas aromáticas, a la elaboración de recetas, muchas de ellas tradicionales, de postres, snacks, ensaladas, bebidas y zumos…, pasando por el empaquetado para la conservación. Buena parte de los recursos utilizados provienen de las ecohuertas del proyecto, de la recolección en frutales de sus barrios e incluso de pequeños cultivos propios. Más allá del resultado final, estas actividades son importantes porque promueven habilidades como la autonomía, la organización o la conciencia alimentaria y fortalecen habilidades como la manipulación segura de alimentos, el desarrollo de procesos de conservación, la aplicación de métodos caseros de cocción, así como criterios de presentación de los alimentos. Son también un punto de conexión con el resto de la familia, entre generaciones, y de transmisión de saberes desde las personas mayores a las más jóvenes.

Una parte de las y los estudiantes, además, mejoraron sus habilidades comunicativas, al realizar vídeos, presentaciones y otros recursos comunicativos para compartir los diferentes pasos de sus recetas.

 

Elaboración de biopreparados

Con ingredientes naturales como el ajo, la cebolla, el ají y el vinagre, un grupo de jóvenes elaboró un repelente para proteger sus plantas de las plagas. Otra estudiante desarrolló un abono natural a base de melaza, restos de frutas fermentadas y otros insumos orgánicos, una mezcla rica en nutrientes para fortalecer las plantas de su huerta. 

 

Cuidado de plantas ornamentales en el hogar

Una actividad de gran éxito ha sido la del cuidado de las plantas del hogar. Los y las jóvenes participantes en el proyecto aplican los conocimientos y habilidades adquiridos en las ecohuertas de sus centros educativos para el cuidado de las plantas de sus casas. Así, realizan actividades de riego, control de la iluminación, poda, transplante, aireado del sustrato, abonado… Algunas de estas plantas, además de decorar, son importantes para mejorar el bienestar familiar ya que contribuyen a purificar el aire, como el caso de la lengua de suegra, o tienen propiedades antiinflamatorias, cicatrizantes y calmantes para la piel, como el caso del aloe vera.

 

Producción de alimentos

Zanahorias, fresas, patatas, frijoles, tomates, apio, cebollas, maíz, lechuga o remolacha son algunos de los alimentos que las y los jóvenes cultivan en sus hogares y que luego son consumidos por sus familias y sus comunidades. Obtienen estos alimentos en huertas o pequeños terrenos familiares, en los patios de sus casas e incluso en macetas. Algunos de ellos también se implican en huertas comunitarias, compartiendo sus conocimientos y habilidades con sus vecinas y vecinos. 

Incluso hay estudiantes que están colaborando en emprendimientos familiares relacionados con la producción, elaboración y comercialización de alimentos, o han dado sus primeros pasos para iniciar sus propios pequeños negocios.

 

Mejora de los barrios y entornos

Varios estudiantes, individualmente o en grupo, fabrican y reparten lo que se conoce como “bombas de semilla”. Se trata de pequeñas bolas de tierra y combinaciones de semillas listas para germinar que “hacen explotar” en diferentes lugares. Con ello fomentan el cuidado y recuperación de espacios verdes, y el embellecimiento de sus barrios. Esta iniciativa demuestra que niñas y niños pueden convertirse en guardianes de la naturaleza, sembrando vida en diferentes rincones del territorio en el que viven.

 

Compostaje de residuos

Varios de los centros educativos que participan en el proyecto cuentan con compostadoras con las que convierten los residuos orgánicos de sus comedores en abono. Algunas estudiantes han replicado la iniciativa en sus hogares, construyendo compostadoras caseras en las que transforman lo que sobra en la cocina y los jardines. Han aprendido que lo que antes se tiraba, ahora se convierte en alimento para sus plantas.

 

Las anteriores son solo una muestra de las casi 500 experiencias fomentadas desde el proyecto, que esperamos lleguen a las casi 600 en los próximos meses. Cada una supone un pequeño paso que hace que la ciudad de Medellín sea un poco más sostenible, y que avance en los Objetivos de Desarrollo del Milenio números 11 y 13.

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